Por estos días se ha hecho todavía más evidente cómo el desgobierno y la falta de liderazgo son dos de los grandes causantes del caos de movilidad que padecemos los bogotanos. A pesar de que el Distrito destina importantes recursos públicos a una instancia denominada “Gerencia de la Carrera Séptima”, es claro que en esa importante vía de la ciudad hay de todo excepto gerencia.
No obstante la presencia de múltiples actores institucionales, incluyendo policía metropolitana y el cada vez más grande ejército de funcionarios de la Alcaldía con distintivos naranja alusivos a su función de mejorar la movilidad, no fue posible garantizar que una firma contratista del Distrito terminara de forma oportuna sus trabajos y retirara de la vía la maquinaria utilizada en las intervenciones que se hacen a la altura de la Calle 94 con Séptima.
Esto generó uno de los más grandes embotellamientos vehiculares que hemos observado en los últimos meses y cuyas repercusiones desesperaron a los habitantes de todo el nororiente de la ciudad. Además, el trancón en cuestión puso en evidencia que los graves problemas de movilidad atentan contra la competitividad y el desarrollo económico. Si casos como ese comienzan a volverse típicos, pocos querrán traer negocios y nuevas fuentes de empleo a Bogotá.
El antecedente del famoso trancón genera gran preocupación en lo que respecta al futuro cercano de la Séptima y los planes que han sido diseñados para ésta por parte de la Administración Distrital. ¿Qué nos espera cuando se inicien las obras del mal llamado TransMilenio Ligero que será implementando en esta vía? ¿Lo ocurrido esa semana será el caso de todos los días?
El Distrito ha hecho caso omiso a múltiples organizaciones cívicas, incluyendo a Corposéptima y la Sociedad de Mejoras y Ornato, que han manifestado sendas críticas a esta versión desvirtuada y ligera de TransMilenio, incluyendo su condición de solución incompleta y de poco alcance. Por si fuera poco, dado el recorte del presupuesto destinado a esta obra, el TransMilenio Ligero de la Séptima no tendrá carriles exclusivos para los buses y éstos circularán por el carril derecho compartiendo el espacio con el tráfico mixto. Y por si fuera poco, no se harán obras de mejoramiento urbano tales como andenes, ciclo-rutas, o puentes peatonales. Este nuevo esquema rompe la tradición del sistema con la muy desafortunada implicación de no mejorar de forma sustancial los tiempos de viaje de los usuarios del transporte y desprecia, de tajo, a quienes quieren caminar por una de las vías emblemáticas de la ciudad.
Es urgente que la Administración Distrital dé respuesta a los serios problemas de gestión de tráfico de sus autoridades de transporte. El problema actual de Bogotá no es solo de infraestructura sino de la paupérrima gerencia que se le ha dado al tráfico capitalino. Y eso se demuestra con la negativa a revisar la decisión del sistema ligero propuesto para la Carrera Séptima. Ese sistema podrá costar menos, pero a largo plazo no mejorará la movilidad.
Bogotá, sus ciudadanos y todos quienes usan la Séptima merecen una avenida en donde fluya el tráfico y se reduzcan los tiempos de viaje. Para eso debe contar con un verdadero sistema integrado de transporte que promueva la multi-modalidad y cuyo diseño y operación sean enfocados a prestar el mejor servicio posible. Y para eso, debemos mantener una actitud abierta en donde se consideren todas las opciones, incluyendo líneas de metro y subsidios a la tarifa. Solo con un servicio de alta calidad podremos ofrecer una verdadera alternativa al vehículo particular. La ciudad merece mejores tiempos en movilidad.
No obstante la presencia de múltiples actores institucionales, incluyendo policía metropolitana y el cada vez más grande ejército de funcionarios de la Alcaldía con distintivos naranja alusivos a su función de mejorar la movilidad, no fue posible garantizar que una firma contratista del Distrito terminara de forma oportuna sus trabajos y retirara de la vía la maquinaria utilizada en las intervenciones que se hacen a la altura de la Calle 94 con Séptima.
Esto generó uno de los más grandes embotellamientos vehiculares que hemos observado en los últimos meses y cuyas repercusiones desesperaron a los habitantes de todo el nororiente de la ciudad. Además, el trancón en cuestión puso en evidencia que los graves problemas de movilidad atentan contra la competitividad y el desarrollo económico. Si casos como ese comienzan a volverse típicos, pocos querrán traer negocios y nuevas fuentes de empleo a Bogotá.
El antecedente del famoso trancón genera gran preocupación en lo que respecta al futuro cercano de la Séptima y los planes que han sido diseñados para ésta por parte de la Administración Distrital. ¿Qué nos espera cuando se inicien las obras del mal llamado TransMilenio Ligero que será implementando en esta vía? ¿Lo ocurrido esa semana será el caso de todos los días?
El Distrito ha hecho caso omiso a múltiples organizaciones cívicas, incluyendo a Corposéptima y la Sociedad de Mejoras y Ornato, que han manifestado sendas críticas a esta versión desvirtuada y ligera de TransMilenio, incluyendo su condición de solución incompleta y de poco alcance. Por si fuera poco, dado el recorte del presupuesto destinado a esta obra, el TransMilenio Ligero de la Séptima no tendrá carriles exclusivos para los buses y éstos circularán por el carril derecho compartiendo el espacio con el tráfico mixto. Y por si fuera poco, no se harán obras de mejoramiento urbano tales como andenes, ciclo-rutas, o puentes peatonales. Este nuevo esquema rompe la tradición del sistema con la muy desafortunada implicación de no mejorar de forma sustancial los tiempos de viaje de los usuarios del transporte y desprecia, de tajo, a quienes quieren caminar por una de las vías emblemáticas de la ciudad.
Es urgente que la Administración Distrital dé respuesta a los serios problemas de gestión de tráfico de sus autoridades de transporte. El problema actual de Bogotá no es solo de infraestructura sino de la paupérrima gerencia que se le ha dado al tráfico capitalino. Y eso se demuestra con la negativa a revisar la decisión del sistema ligero propuesto para la Carrera Séptima. Ese sistema podrá costar menos, pero a largo plazo no mejorará la movilidad.
Bogotá, sus ciudadanos y todos quienes usan la Séptima merecen una avenida en donde fluya el tráfico y se reduzcan los tiempos de viaje. Para eso debe contar con un verdadero sistema integrado de transporte que promueva la multi-modalidad y cuyo diseño y operación sean enfocados a prestar el mejor servicio posible. Y para eso, debemos mantener una actitud abierta en donde se consideren todas las opciones, incluyendo líneas de metro y subsidios a la tarifa. Solo con un servicio de alta calidad podremos ofrecer una verdadera alternativa al vehículo particular. La ciudad merece mejores tiempos en movilidad.
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